La reapropiación del Pierrot y el Arlequín en los carnavales latinoamericanos fue resaltada por muchos investigadores, quienes enfatizaron en los nuevos significados de los personajes en contextos del carnaval. La importancia del Pierrot, así como del Arlequín, es resumida en la siguiente cita:
Entre los personajes clásicos, los más reconocidos y perdurables son Pierrot (o Pedrolino), considerado el precursor del payaso, con la cara blanca y sombrero de pico, y Arlequín. Ambos constituyen arquetipos de la conducta masculina que se diputan el amor de una mujer Colombina. Mientras Pierrot es visto como un “naif”, casi tonto, objeto de bromas, distante de la realidad, prisionero de su túnica ancha y blanca, Arlequín es un payaso, acrobático y travieso, que representaba en la comedia a un criado bufón, astuto y avaro, siempre interesado en la comida y las mujeres y a veces con el comportamiento de un niño caprichoso… (Rossells, 2009: 100).
Una de las maneras en que la población paceña adaptó el Pierrot europeo fue a través del Pepino, quien fuera registrado por primera vez en el carnaval de La Paz a inicios del siglo XX, en base a una fotografía de 1908 demostrada en la obra de Beatriz Rossells.
En el contexto paceño el origen del nombre Pepino podría estar en correspondencia al significado del Pierrot, quien en su época fuera visto similar a un ingenuo, casi tonto. Ligado a esta definición está la del Diccionario de la Academia de la Lengua Española, como “cosa insignificante, de poco o ningún valor”. Pero también la designación del Pepino probablemente provenga de un personaje uruguayo del siglo XIX, Juan José “Pepe” Podestá, quien habría creado en la década de 1870 un payaso con el nombre de “Pepino el 88”, utilizando para ello un disfraz hecho con sábanas con cuatro lunares que simulaban ochos. Al parecer este personaje vino a la ciudad de La Paz para presentar un espectáculo de circo que había creado junto a sus hermanos. Los paceños habrían quedado impresionados con la actuación del payaso con habilidades de músico y para perpetuar su obra designarían al personaje carnavalero con el seudónimo de Pepino, como conmemorando los malabares de “Pepino el 88”, resinificando de esta manera al personaje local.
En relación a la máscara en el vestuario del Pepino los “cuernos”, que son generalmente tres, serían una adaptación a partir del K’usillo (Rossells, 2009: 115), por lo que la influencia andina estaría presente.
Dado que los Pierrots nunca habrían usado caretas, más bien éstos maquillaban su rostro de blanco, con tonos negros en el contorno de los ojos y atravesadas con líneas verticales; incorporaban además a su vestuario una gorguera (adorno hecho de lienzo
plegado y alechugado) en el cuello, que en el traje de los pepinos es una cenefa.
Algunas caretas actuales incorporan cuernos que se asemejan a las del arlequín. El mascarero Antonio Viscarra Morales, habría creado en 1956 las caretas de yeso con tres cuernos elaborados con cuero, especialmente para la comparsa de carniceros denominada Romperragas, quienes habrían relanzado la figura del Pepino en los carnavales de la época. La sonrisa en la máscara del Pepino, así como la nariz respingada serían una apropiación del gesto radiante pintado en el rostro del Pierrot.
Su vestimenta
El Pepino viste un traje de una sola pieza con encajes, generalmente de dos colores. Porta una bolsita con mixtura que la riega al público, aunque últimamente van incorporadas de espumas artificiales para rociar. En una mano agarran maja suegra, elaborado de cartón prensado, popularmente conocida como “mata suegra”, otros llevan como complemento al disfraz un “chorizo” (especie de porra del aproximadamente 70-80 cm., confeccionada con trazos de tela), que le sirve para propinar golpes a los espectadores o bailarines.
La importancia del Pepino es destacada en todas las entradas del carnaval paceño, sobre todo para dar inicio y fin a la festividad. En la ciudad de La Paz oficialmente se inician los eventos del carnaval con el simbólico “desentierro del Pepino” y concluyen con la actividad “entierro del Pepino”. La figura del Pepino es sobresaliente en la entrada de Ch’utas y Pepinos realizada en Domingo de Tentación, el fin de semana después del carnaval.
En esta entrada son fraternidades de comerciantes y sectores populares las que participan. El recorrido se inicia en horas de la tarde por las principales vías aledañas a la zona del Cementerio General: Plaza Garita de Lima, Av. Baptista, Av. Kollasuyo, hasta la calle Reyes Cardona, altura de la cancha El Tejar.
Actualmente, encontramos en esta entrada fraternidades de Ch’utas con nombres muy particulares como: “Elegantes Ch’utas Choleros de La Paz y sus lindas bellezas tipo holandesas”, “Ch’utas Súper Papis “Bronco Amigo” y sus lindas Mamis 0 Kms.”, “Comparsa del pueblo y para el pueblo - Alegrísimos Ch’utas Coquetos y sus lindas joyitas de 24 quilates”, “Elegante Comparsa de Ch’utas y Pepinos Renacer y sus palomitas blancas”, “Ch’utas Volantes de Oro y sus Muñequitas de Oro”, “Ch’utas Fiesta Ch’okopitas y sus lindas Mamacitas diamantinas”, entre otros, en estas comparsas la participación de pepinos y Cholas, como pareja del Ch’uta, son de primer orden.
Las culpas del pepino
Como personaje asume culpas relacionadas con la promiscuidad en carnavales, al creerse progenitor de niños. Conocida es la frase, “el Pepino tiene la culpa, de él es la wawa (hijo)”.
No es casual que los pepinos persigan chicas con el “chorizo” en la mano, puesto que en ese corto tiempo del carnaval se libera de todas las ataduras morales y religiosas. Es el portador de la sexualidad porque lleva el chorizo en la mano como símbolo de falo, por tanto es la representación simbólica de la fertilidad.
Según la tradición, si las mujeres tienen un hijo en época de carnaval declaran que es del Pepino el frenesí de este personaje dura los siete días del Carnaval pero, como todo ente, tiene que morir después de haber cumplido su misión; entonces se produce su muerte y entierro.
El Pepino no sólo habría heredado la máscara del K’usillo, sino también su carácter y simbolismo: solitario pero alegre, cómico y afecto a las travesuras (Rossells, 2009: p. 115), de ahí que se resalte el doble origen del Pepino: uno europeo, a partir del Pierrot, y otro andino con el K’usillo, éste último personaje participa en la entrada del Jisk’a Anata principalmente, así como en las fraternidades de Waka-wakas.
El Pepino en la ciudad de La Paz seguramente tuvo que atravesar por diferentes vicisitudes para su definitiva consolidación como personaje principal de los carnavales. Desde la reapropiación del vestuario de Pierrot hasta la incursión en danzas populares, el Pepino fue una reinvención original, con sello creativo eminentemente paceño.
Erbol
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