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Borrachera preocupa a fieles de la Virgen de Urkupiña

Mientras la religiosa Izabel Bitencourt, subida sobre un silla, retiraba el polvo y las telarañas de las amplias ventanas del templo Urkupiña, ubicado en el Plan Tres Mil, Marilyn Paredes inflaba globos de colores azul y blanco para que, junto con los arreglos florales, adornen el altar de la Virgen de Urkupiña.

Afuera, en las calles que bordean la iglesia, los comerciantes de comidas, bebidas alcohólicas y propietarios de parques se apuraban a copar todos los espacios posibles porque hoy se inicia la celebración en honor a ‘la patrona’ de Urkupiña. La fiesta se prolongará hasta el domingo.


Precisamente el intenso movimiento comercial y el consumo de bebidas alcohólicas preocupan a la comunidad religiosa y a los vecinos.

Bitencourt aprovechó la presencia de los medios de prensa para pedir a las autoridades locales aprobar una norma que establezca ley seca en la celebración de la Virgen de Urkupiña, en el Plan Tres Mil. “Es necesario conseguir una ley seca, como Cochabamba y Cotoca, pues las borracheras y los musicones invaden y contaminan la celebración religiosa”, expresó, agregando que a esto se suma la masiva presencia de fotógrafos que durante la misa comercializan las fotografías que toman a los devotos.

La novena terminó el miércoles y ayer se dio paso a la entrada folclórica y a la serenata con diferentes números musicales y artísticos que preparan los grupos de las diferentes capillas de la zona y los estudiantes de algunos colegios del barrio.

Llegan de diferentes zonas

Mady Álvarez Áñez, que durante muchos años se trasladó hasta Quillacollo para participar de la fiesta de la Virgen de Urkupiña, este año, por motivos de salud, no podrá hacerlo, pero decidió cumplir su promesa visitando el santuario del Plan Tres Mil. “Durante 14 años fui a Cochabamba, pero ahora estoy con cáncer y me siento mal; he venido a pedir a la Virgen que me ayude con mi enfermedad”, dijo la mujer, después de haber rezado acompañada de uno de sus hijos.

En Cochabamba

Allí también lamentan el consumo excesivo de alcohol durante esta festividad. Según el padre Alfredo Ramos Félix, la entrada folclórica de Urkupiña, debido a la modernidad a la que ha sido emplazada, ha distorsionado el sentido religioso de la fiesta, dejando resaltar aspectos negativos, como el exceso de alcohol, el exhibicionismo y el consumismo.

“La entrada folclórica, asociada a la modernidad, nos lleva a perder el sentido de peregrinación, se estilizan los pasos y las vestimentas se vuelven más sofisticadas (…). Se ven elementos extraños, a veces distorsionados del hecho folclórico", aseguró el religioso.

Último año de Tito Solari

Hace nueve años que es párroco del santuario de Urkupiña y durante este tiempo ha preparado la festividad religiosa con entusiasmo y dedicación. El 16 de agosto, a las 17:00, monseñor Solari, arzobispo de Cochabamba, ofrecerá la misa para los devotos y esta será la última celebración en Quillacollo, pues está llegando su retiro.


De Quillacollo al Plan

Celia Cuiza Cayo hace ocho años que se traslada desde Cochabamba hasta el barrio Urkupiña del Plan Tres Mil para comercializar todas las tradiciones de esta festividad.

“Las tradiciones de Cochabamba también se dan en Santa Cruz”, expresa esta comerciante, que ha instalado un amplio puesto en el que ofrece desde maletas con imitaciones de dólares y euros hasta la ‘Pachamama de la prosperidad’, cuya imagen es un sapo.

También ha puesto a la venta casas de alasitas desde Bs 40, dependiendo el tamaño, así también vehículos, flotas y camiones en miniatura. Junto a ella, una veintena de comerciantes expenden no solo la imagen de la milagrosa, sino también una serie de artículos para atraer la prosperidad.

Las actividades continuarán hoy. Se espera la visita de miles de vecinos de diferentes barrios que se sumarán a las actividades programadas por los devotos, que preparan la fiesta con meses de anticipación.

El Deber

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