La festividad de la Virgen de Urkupiña concluye con la feria de
"Alasita" (que en aymara significa ¡cómprame!) y, a diferencia de otras,
en Cochabamba tiene la particularidad de estar directamente relacionada
con la canasta familiar y las distintas necesidades apremiantes de los
peregrinos que buscan que la abundancia y el bienestar se hagan
presentes en sus vidas.
"Hoy la fiesta de la Alasita se la realiza con más esplendor (…). La
gente compra todo lo que necesita en su hogar: artículos de primera
necesidad, billetes, verduras, etcétera. Luego son puestos en una
canasta para bendecirla. Lo sorprendente es que a pesar de ser
miniaturas cuestan el mismo valor de lo comúnmente costaría", aseguró el
padre Alfredo Félix Ramos, autor del libro "Urqupiña, una luz de
esperanza".
Para el peregrino es importante tener fe en todo lo que hace, manifiesta
Ramos, y así obtener el milagro de la Virgen, es decir, que gracias a
la fe depositada en ella las miniaturas y la canasta familiar llegan a
tener el valor que representan y se convierten en realidad. Así, las
miniaturas que se adquirieron en Alasita una vez bendecidas, son
llevadas a los hogares y puestas en un lugar visible para recordar las
promesas hechas a la Virgen.
Asimismo, los artesanos y comerciantes de la feria expresan que esta
actividad es una tradición y muestra de fe, propias de Quillacollo.
"Aquí en Quillacollo la Virgen de Urkupiña es bien milagrosa, hacemos
Alasita para que no nos falte nada (…) todas las personas deben venir a
pedir una canasta llena aquí en la Alasita", expresó Sofía Condori,
vendedora en la feria.
Posiblemente el origen de la Alasita se remonta a la costumbre de los aymaras de La Paz en honor al Ekeko.
El Potosí
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