“Fue impactante, parecía una película de terror porque cuando vimos por
debajo de la pasarela, entre los escombros, tablas y fierros, había
hombres, mujeres y niños que gritaban por auxilio, relata Fernando
Cambero, uno de los 92 heridos del accidente en el Carnaval de Oruro.
Fernando Cambero (24) y Nelson Huarayo (31) se conocieron el domingo
en una habitación del hospital Arco Iris. Ambos tienen en común,
además de ser orureños, el haber sobrevivido al desplome de una
pasarela en la Entrada de Oruro, el sábado. El primero cruzaba la
estructura cuando ésta colapsó; el segundo estaba en las graderías que
fueron aplastadas.
Fernando, estudiante de marketing, se dirigía con un amigo hacia el
lugar donde debían recoger los trajes de caporales para participar en la
entrada folklórica. Para ello, decidieron atravesar una de las
pasarelas colocadas con el fin de que los transeúntes no interfieran
el paso de músicos y bailarines.
“En el interior de la pasarela no había gente bailando, es falso. Eso
sí, había demasiadas personas, no se podía caminar ya que había gente
que rompió la lona para poder ver la Entrada, cuenta Cambero.
Nelson, trabajador de la cooperativa minera Nueva San José de Oruro,
compró asientos para él y su esposa justo debajo del puente peatonal.
“Quise comprar ahí porque pensé que podíamos tener mejor vista del
Carnaval, indica Huarayo.
Nelson comenta que aquella tarde decidió junto a Elizabeth, su
esposa, dejar a sus hijos de tres y cuatro años en su casa para que
duerman. Nunca imaginó que esa jornada de diversión se convertiría en
tragedia.
“El momento del impacto, sólo alcancé a escuchar un ruido ya que la
banda estaba haciendo bulla, recuerda Huarayo. Añade que no hubo
tiempo de hacer nada: “todo fue muy rápido.
“Yo me encontraba dentro de la pasarela intentando cruzarla cuando
escuché un estruendo de fierros retorcidos y se vino abajo. Sentí que
volamos e impactamos en el metal, apunta Cambero.
Después, “oscuridad, gritos y llantos. Logré pararme. Ese momento no
me dolía la rodilla. Estaba con un amigo y empezamos a ayudar a la
gente, ya que la desesperación le llevaba a saltar de la pasarela que
estaba alta y se lastimaban con todos los fierros rotos, recuerda.
Momentos antes, Nelson y Elizabeth, en las graderías, aplaudían el
paso de la diablada Ferroviaria. “Cuando se vino abajo, yo me agaché y
por eso creo que no estoy muy afectado. Mi esposa no se agachó y ahora
se encuentra muy mal, con una fractura en la columna, puntualiza
Huarayo desde su cama de hospital.
Mientras los asistentes a la Entrada reclamaban unas calles más
adelante la demora de los bailarines, Fernando veía la forma de ayudar.
“Uno no está acostumbrado a ver gente regada en el piso pidiendo
auxilio. Sacamos junto a mi amigo a un músico al que le salía sangre por
la nariz y por la boca, y que estaba con los ojos abiertos y ya no
respiraba. Estaba muerto, dice.
Cambero y Huarayo, los sobrevivientes, esperaban ayer recibir el
alta médica. Otros cuatro heridos menos afortunados seguirán internados
en el Arco Iris.
Punto de vista
Nelson Huarayo
Minero, 31 años
“Me preocupa mi esposa.
El médico me dará de alta, pero sí tendré que estar durante 30 días
en reposo porque tengo muy lastimada la espalda. Lo que más me preocupa
ahora es la salud de mi esposa, ojalá que todo salga bien.
A ella le diagnosticaron una fractura en la columna y está muy mal.
Estoy muy preocupado por su situación y la de mi familia. Ella bañaba
a mis hijos y se encargaba de ellos y de llevar al mayor de cuatro años
al kínder. Es un trabajo esmerado el que hace como madre.
Pienso inclusive en que ya no voy a trabajar regularmente en la
cooperativa minera por lo menos durante un año, hasta que se sane por
completo. Me voy a encargar de cocinar, llevar a la escuela a mis hijos y
cocinar para que ella descanse.
También pensé en trabajar en las noches en la mina y aprovechar para poder generar ingresos para comer, por lo menos.
Elizabeth Saavedra Ama de casa, 26 años
“Pido por favor que me atiendan
Ha sido algo bastante desastroso y de sorpresa. Yo estaba sentada en
la gradería y la pasarela se cayó de repente. Más bien mi esposo, Nelson
Huarayo, pudo sacarme a tiempo.
El accidente me causó una herida en la cabeza, me fracturó la
columna y de esa manera es que estoy aquí (en el hospital Arco iris de
La Paz). Nos comentaron que en Oruro había tantos heridos que no se
podía atender a todos.
Además, como mi lesión es de gravedad me trajeron a La Paz. Pero
hasta el momento no estoy siendo atendida. Me dicen que los
especialistas no están permanentemente aquí.
Pido por favor que me atiendan lo más antes posible. Como el dolor es
en la columna, es latente y sigo aguantando todo el tiempo, es difícil.
Además, mis hijos son pequeños y están en Oruro con un familiar de
la tercera edad, ya me estoy desesperando. Mi familia necesita que esté
con ellos.
Página Siete
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