El Carnaval de Oruro nombrado por la Organización de Naciones Unidas
para la Educación la Ciencia y la Cultura () como , por su diversidad
cultural y religiosa, no siempre tuvo esa tendencia devocional,
considerada por la época de la revolución del 10 de Febrero de 1781,
como una oportunidad de sublevación, tomando en cuenta su forma
primigenia.
Si bien el 2 de febrero se celebra y recuerda a la
Virgen de la Candelaria, se brinda mayor énfasis y devoción a esta
imagen en la ciudad de Oruro por el Carnaval que se cumple en honor a
Nuestra Señora , donde miles de danzarines recorren más de cuatro
kilómetros antes de pedir de rodillas su bendición; pero según algunos
historiadores esta transición fue producto de la guerra de la
independencia boliviana.
En referencia al Carnaval de 1783, existen algunos documentos que
refieren a un tipo de psicosis que existía entre el corregidor Urrutia y
algunos chapetones, por una posible nueva sublevación, ya registrada
dos años antes por algunas coplas que emitían los "Cholos", a manera de
celebrar esa festividad.
Ante estos temores, el corregidor tuvo
que intervenir algunas comparsas, con amenazas de abrir fuego, porque la
turba quería ingresar a la plaza mayor donde estaba la artillería
española, por lo que se arrestó a uno de los cabecillas, pero eso no
detuvo el festejo que se volvió a reunir por varias oportunidades, según
declaraciones de estas comparsas habría participado uno de los
hermanos Rodríguez.
Por otra parte, de acuerdo al doctor en
estudios religiosos y director ejecutivo del Consejo de Humanidades de
Wisconsin en la , Max Harris, la famosa leyenda del Nina Nina, que data
de 1789 estaría relacionada a una realidad histórica.
Durante la , que comenzó en y se expandió a lo largo de los Andes, Oruro experimentó una breve pero sangrienta revolución.
Durante
la noche del sábado 10 de Febrero de 1781, la mayoría atacó a la
minoría gobernante conformada por chapetones o descendientes directos de
españoles nacidos en el cono sur, con la llegada del ejército indígena,
los criollos formaron una alianza, esto en plenos preparativos del
carnaval de entonces que se celebraba con comparsas al ritmo de coplas.
El
15 de febrero del mismo año, un mensajero llegó a Oruro con órdenes de ,
quien había instruido a su ejército respetar a las iglesias y al
clérigo, no hacer daño a los criollos, y sólo procesar a los chapetones.
Aseguró
también la victoria al entrar a "por carnestolendas", la ocupación
indígena de Oruro se había comenzado a retirar dejando miles de muertos,
pero durante marzo y abril ellos lanzaron más ataques a la ciudad pero
esta vez en contra de los criollos y los españoles restantes quienes
unificaron fuerzas para repelerlos.
Harris observa que el
carnaval del año 1781, cayó el 24 de febrero, colocando la ocupación de
Oruro exactamente entre la fiesta de la Candelaria y carnaval, tornando
esta situación en palabras de Harris "carnavalesca".
Procesiones
religiosas compartieron su espacio con desfiles seculares, europeos y
criollos se disfrazaban como indígenas, casos como la de un español
disfrazado de mujer en un vano intento de salvar su vida y miles de
hombres armados en las calles de la ciudad colonial.
Para el 19
de febrero la gente en la ciudad a pesar del conflicto continuó
celebrando y durante la fiesta los mercados de la ciudad estaban llenos
de ladrones vendiendo el oro y la plata saqueados nuevamente a sus
dueños o a los cholos y mestizos, durante 1784 era ya costumbre
regocijar, bailar, jugar y formar comparsas para el carnaval de Oruro.
Harris
considera que es con este trasfondo que la leyenda de la Virgen del
Socavón de 1789 apareció favoreciendo a la rebelión ya que los indígenas
veneraban a la Virgen de la Candelaria, mientras que los chapetones
solían venerar a la Virgen del Rosario.
Según las creencias de
los revolucionarios, la Virgen del Socavón habría tolerado a las
deidades indígenas o "demonios" y, según Harris, si la leyenda es
correcta, para 1790 los mineros de Oruro habrían movido la celebración
de la Candelaria para carnaval y habrían añadido a los dioses indígenas,
enmascarados como diablos cristianos, a las festividades.
Una
generación después, en 1825, Bolivia alcanzó su independencia, y de
forma paralela la diablada, además del carnaval adoptaron un nuevo
significado para los residentes de Oruro.
BIBLIOGRAFIA
Harris,
2003 Carnaval y otras fiestas cristianas: Teología folklórica y desempeño folklórico – Universidad de Texas – Estados Unidos.
Cajías de la Vega, Fernando
2011 Revista Historias de Oruro Nº 10, MAC Impresiones
La Patria
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