El clima del célebre carnaval de Oruro invade al pueblo de Tafí del
Valle. Es que, donde quiera que vaya, el grupo de danza caporal “Huayra
Pujllay” llama la atención con sus atuendos vistosos (traídos desde
Bolivia), y su música y danza pegadizos. Sobre todo, no pasa inadvertido
por el orgullo y entusiasmo que derrochan bailarines, padres y
profesores.
“Una vez que entra, la música se queda para siempre”, dice Milagros Caliva. “Estamos muy contentos. Nuestro objetivo es disfrutar del baile”, explica Soledad Quiroga.
“Al principio no quería saber nada con la danza caporal. Pero terminé
acercándome atraído por la alegría de los bailarines”, confiesa Facundo Cáceres. Todos ellos forman parte del conjunto creado en 2013 a partir de la iniciativa de la docente Patricia Álvarez y de Isaías Guzmán, profesor de danzas bolivianas.
El baile caporal apareció en el horizonte de la Escuela N°28 gracias al
deseo de hacer algo distinto para la fiesta del Día de las Américas.
Ese contacto circunstancial encendió el interés de los alumnos por
aprender una danza vinculada con la cultura aymara, la capoeira
brasileña, la Virgen de Urkupiña y la saya afroboliviana.
Soltame carnaval
“La
danza caporal recrea la historia del negro que llega a convertirse en
el amo de su lugar y esclaviza a sus hermanos. El baile y la música
giran alrededor del poder del más fuerte, la sensualidad, el diablo y el
espíritu del carnaval”, expresa Guzmán ante la mirada silenciosa de los
bailarines vestidos con sus trajes artísticos, la maestra Álvarez y
algunos padres que no quisieron perderse la entrevista con LA GACETA.
El
grupo tiene 28 miembros de todas las edades y sigue creciendo. “Vamos a
incorporar una bailarina de 3 años y el ‘Huayra Pujllay’ actuará este
fin de semana en la Fiesta Nacional de la Pachamama, en Amaicha del
Valle. Ensayamos los lunes, martes y miércoles en la escuela. Las
autoridades nos apoyan y los chicos cada día se afianzan más. Con sus
disfraces son la nueva atracción de la villa: todo el mundo se da vuelta
cuando los ve pasar”, afirma Álvarez con una sonrisa.
Poco a
poco, la danza caporal deja de ser una rareza. “Vemos que los chicos
ponen mucha emoción y sentimiento, y eso nos arrastra a todos”,
coinciden los padres. Sus palabras transmiten la sensación de que el
carnaval de Oruro “subió” a Tafí porque intuía -acertadamente- que allí
lo esperaba un pueblo con los brazos abiertos.
La Gaceta
El Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo en Bolivia: Un Enfoque
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