Su carrera empezó cuando tenía 12 años, en 1987, tras
ganar un concurso de canto organizado por un canal de televisión. Desde
entonces no para de promover la música oriental y el folklore, además de
la balada romántica. Por ello, Guísela Santa Cruz es considerada
embajadora de la música folklórica boliviana.
Se
identifica como una apasionada por el canto, talento que le permitió
cosechar éxitos en los ámbitos nacional e internacional. La artista
también es ingeniera comercial. Está casada y tiene una hija de cinco
años. Se define como una mujer romántica, admiradora del grupo
cochabambino Los Kjarkas por su trayectoria musical. Además, le encantan
las interpretaciones del puertorriqueño José Feliciano.
La costura y la cocina son gustitos aparte en la vida de
Guísela, los cuales pone en práctica cuando tiene la agenda liviana.
“Mirar la televisión, acostarme en la cama junto a mi familia son otras
actividades que forman parte de mis momentos libres”.
A los 15 años incursionó en el canto. Fue por necesidad económica, tras
el fallecimiento de su padre, Alfredo Santa Cruz. Entonces, ella se
dedicó a ayudar con los gastos en su hogar. “Empecé cantando de manera
oficial en un bar, posteriormente me llegó una invitación para amenizar
las elecciones de Miss Santa Cruz”.
Cuando se trata de la hora del almuerzo, en la mesa de la cantautora no puede faltar un buen locro, un gusto que heredó por las raíces de su progenitor, quien era de Moxos (Beni). “Me crié comiendo este plato, de hecho me encanta, pero al estilo beniano, porque desprende un buen sabor”.
La comida del mediodía es uno de los momentos más placenteros para Guísela. “A esa hora como sin remordimientos, porque después tengo toda la jornada para quemar las calorías que he ingerido”, bromea esta cruceña que tiene en su haber más de una decena de discos grabados, la mayoría con ritmos orientales.
Su talento le ha permitido presentarse en representación del país en escenarios de Japón, Chile, Argentina, Estados Unidos, Francia, Uruguay, Venezuela y Ecuador. Su primer disco de oro le llegó en 1997, por la venta de más de tres millares de copias de su placa editada por Discolandia.
La jornada de Guísela comienza muy temprano y en su agenda figuran compromisos con la prensa, los auspiciadores y contratos que provienen de las promociones. Sus tareas concluyen cuando pasa la medianoche. No es fanática de las películas, prefiere los temas de investigación relacionados con causas penales. Y cuando se trata de literatura, se inclina por la Biblia, a la que considera como “el libro más hermoso e impactante”.
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