Un puñado de toreros aficionados lidian tanto con vaquillas como con animales bravos en una parodia de corrida para distraer a medio millar de espectadores que pagaron por una distracción diferente en el feriado del Día del Trabajo en Bolivia.
"Acá no se mata al toro, no usamos banderillas, no lo maltratamos. Más bien es el torero quien corre riesgo. Nuestro propósito es distraer al público", dice Reynaldo Tito, que se presenta como El Matador Tito.
Tito montó el escenario que él llama "plaza de toros portátil" con bancas de madera en El Alto, una de las ciudades más pobres de Bolivia, vecina de La Paz y torea con una capa roja y un traje de lentejuelas confeccionado por sastres locales. Desde hace un cuarto de siglo, recorre pueblos y barrios del país con su espectáculo de tauromaquia popular que exhibe en fiestas.
Tito torea de verdad pero no usa banderillas para clavar a los toros criollos: algunos bravos y otros escuálidos. Ninguno de los animales es de raza y todos provienen de las praderas vecinas del altiplano, cerca de aquí.
Pedro Alanoca se disfraza de chola (mujer indígena que viste falda) para hacer de payaso torero y sumarse a otros bufones para lidiar y corretear a los toros. El número consigue arrancar risas a la audiencia entusiasta, que ha pagado un equivalente a uno o dos dólares para ver el espectáculo. "No había una 'chola' y yo me disfracé. Ya llevo muchos años en el espectáculo recorriendo pueblos, incluso del sur de Perú", dice Alanoca.
Francisco Mamani, un espectador, dice que es un espectáculo divertido y diferente.
La lidia de toros no es popular en Bolivia, donde no hay plazas de toros, pero es uno de los condimentos esenciales en las festividades en los pueblos andinos y del oriente, siempre y cuando se monte como espectáculo cómico. En muchos lugares el espectador participa también, correteando al toro o a la vaquilla.
Nuevo Herald
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