La entrada folklórica del carnaval paceño Jiska
Anata, desde su creación en 1995 logró trasladar lo rural al ámbito
urbano y ruralizar la ciudad, afirma el investigador y presidente de la
Sociedad Andina de Conjuntos Folklóricos (SOACOF), Juan Carlos Tapia. La
aventura cultural que arrancó con 13 conjuntos, hoy en día se encuentra
consolidada.
“Desde sus inicios se empezó a trabajar
buscando que lo rural se vaya a la urbano, pero que también lo urbano se
vaya ruralizando, prueba de ello es que en las primeras presentaciones
de las Jacha Sicuris de Italaque sólo interpretaban los músicos, y ahora
se tiene a los Sicuris de Italaque con cuerpos de baile, lo propio
ocurrió con las tarqueadas y moceñadas, y es parte de la evolución pero
también de una forma de apropiación especialmente de la gente de la
ciudad a estas tradiciones”, afirmó el investigador al Periódico Digital
PIEB.
En criterio de Tapia, existen varios desafíos para la SOACOF; por un
lado, garantizar mayor presencia de grupos autóctonos en la entrada del
Jiska Anata a través de la generación de recursos para trasladar a los
participantes a la ciudad de La Paz, y por el otro, reforzar un discurso
en el colectivo de la gente, de que esta entrada nació inclusiva y
abierta y continúa así, en coincidencia con la investigadora Luz
Castillo.
“Por ejemplo en el norte de La Paz, en el municipio de Ixiamas no
hemos visto una danza representativa pero sí en el departamento del Beni
de donde son Los Chamas, y donde hay una muestra interesante de danza y
música. Pero la entrada no cierra la posibilidad de participación del
norte de La Paz, del sur de La Paz o de cualquier región del país”,
señala.
De acuerdo a la investigación “El origen del Jiska Anata” de Juan
Carlos Tapia, la primera entrada se desarrolló el año 1995 con 13
grupos, de los cuales tres eran autóctonos, sobre todo del altiplano, y
el resto variados: caporales, morenada y otros. Pero en 2012, la entrada
contó con la participación de 52 agrupaciones de las cuales 15 eran
autóctonas.
Tapia explica que el propósito de crear el carnaval folklórico paceño
fue principalmente para promover, fomentar, extender, defender y
preservar el folklore en todos sus ámbitos; es decir, danza, música,
vestimenta tanto autóctona tradicional como estilizada, sin perjuicio de
asumir defensa del patrimonio etnofolklórico y cultural ante plagios,
desvirtuaciones, usurpaciones y otros.
Fue de ese modo que el prefecto Julio Mantilla. a través de la
resolución 211/95. reconoció a la SOACOF como “la iniciadora del
Carnaval Folklórico Paceño, a partir de 1995, pudiendo extender sus
actividades en forma permanente y continuada sin que hubiera lugar a
restricciones de ninguna clase, mientras siga su curso legal, su
personería jurídica y sus estatutos”.
El trabajo de la SOACOF fue presentado durante el seminario Carnaval
paceño, organizado por el Museo de Etnografía y Folklore (MUSEF), y
respaldado con resoluciones, ordenanzas municipales, artículos de prensa
y otros.
PIEB
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