Justo una semana después de festejar las carnestolendas,
existe otra actividad que también genera mucha expectativa en la ciudad
del valle, el Corso de Corsos.
El sábado 16 de
febrero tanto los cochabambinos como los visitantes podrán apreciar la
entrada que cerrará el festejo en esa ciudad. Para ese día, y tal como
ocurrió el año pasado, se espera la participación de más de 85
fraternidades, entre autóctonas y folklóricas (incluidas las que arriban
de La Paz, Oruro, Santa Cruz y Tarija) y una decena de carros
alegóricos que, se concentrarán en la plaza San Pedro de Cochabamba, al
final de la avenida Heroínas, y luego recorrerán el centro para terminar
en la avenida Teodomiro Beltrán.
La actividad adquiere otra característica que marca la
diferencia de la entrada de Oruro, la participación de todas las
unidades militares que están acantonadas en el departamento. Los
uniformados se esmeran año tras año en diseñar y fabricar originales
trajes que representan desde personajes animados hasta los de ciencia
ficción. La fiesta atrae a miles de visitantes.
Migración. La presencia de miles de migrantes en la ciudad y en el
departamento ha generado procesos renovados y de cambio cultural que se
aprecian en la actualidad en la presencia de fraternidades y comparsas
como las de los ch’utas, pepinos, tarqueadas, mohoceñadas y otros grupos
autóctonos.
Integrado por una sociedad
culturalmente mestiza, el Carnaval en Cochabamba es una expresión de
este rasgo social. De ahí que en Cochabamba es muy usual que se mezclen
tradiciones modernas y antiguas, al contrario de otros carnavales en
Bolivia, donde los rasgos indígenas o de las élites económicas han
eclipsado otras expresiones. “El Carnaval en Cochabamba es un evento en
el que la diversidad participa con sus propios colores y sabores”,
señaló el antropólogo Wálter Sánchez.
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