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La fiesta tuvo algo más que baile

La XXV Entrada Universitaria ratificó nuevamente por qué fue declarada Patrimonio de La Paz y de Bolivia, pero además mostró, en algunos casos, trajes excesivamente provocativos, particularmente en las danzas de los tobas y caporales.  En tanto, pese a las campañas contra el consumo de bebidas alcohólicas, algunos jóvenes lo hicieron a vista y paciencia de los policías, por ejemplo en el Obelisco.



Un hecho anecdótico se dio cuando un efectivo prohibió a un reportero gráfico “sacar fotos” a una joven caporal, cuando éste sólo hacía su trabajo. Fue después del mediodía que los puestos para presenciar la entrada empezaron a coparse. Los precios oscilaron entre Bs 5 y Bs 50 en los mejores lugares. Mientras, un movimiento inusitado se vivió en la avenida Montes (inicio de la autopista), donde se instalaron salones de belleza móviles.

El clímax  llegó al palco oficial

Los centenares de danzarines mostraron todo su repertorio cuando llegaron al palco oficial, cerca de Las Velas. En ese sector, la rectora Teresa Rescala y el alcalde Luis Revilla aplaudieron uno a uno a los bailarines. En tanto, grupos de turistas no se cansaron de tomar fotografías a los danzarines durante los aproximadamente cinco kilómetros de recorrido. Las bandas y sus pasos coreográficos, como el que mostró la Intercontinental Poopó, arrancaron más de un aplauso en las calles de La Paz.

En la fría jornada, los espectadores combatieron el frío de las primeras horas con un humeante café caliente y después del mediodía algunos se animaron a “refrescarse” con una lata de cerveza bajo el caliente sol. Por cierto, uno de los auspiciadores impulsó ayer una campaña de reciclaje de las latas durante todo el recorrido universitario.

La Razón

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