Bronco sorprendió hace 21 años con la adaptación,
al estilo norteño, del bolero Adoro, de Armando Manzanero. Ayer por la
madrugada esta misma canción emocionó al público cuando los mexicanos la
cantaron junto a Wally y Paola Zeballos, que aprovecharon para relanzar
al grupo paceño PK2.
Hay un pacto entre ambos que en
breve lanzarán un corte a dúo, una composición de Wally Zeballos que
será cantada a dueto con José Guadalupe Esparza, líder del grupo
norteño. “Estamos trabajando en este proyecto desde hace tres meses
(...) vamos a grabar un tema inédito, una composición mía Deja fuera al
corazón. Lupe aceptó grabar”, contó Wally Zeballos a La Razón. Su
hermana Paola anticipa que serán unos diez temas. Espera tener listo el
disco en septiembre.
Bronco y PK2 fueron los encargados de cerrar ayer por la madrugada el Quinto Festival de Coroico. Un evento que contó con los clásicos de la música nacional de Horizontes, la fuerza de la Saya Afroboliviana de Tocaña, el humor de David Santalla, Diverso y Atajo. El primer día, el festival estuvo animado por Los Kjarkas, el Trío Oriental y la movida tropical de Sin Ley, que animó la fiesta.
“De aquí nos vamos a
Colombia, Las Vegas, Nueva York y Chicago”, dijo el líder de Bronco,
quien aprovechó para presentar a “sus potrillos”, José Adal (Guitarra),
René Guadalupe (Guitarra), sus hijos, el cambio de generación.
El nuevo disco Bronco por siempre tuyo incluye una canción para Bolivia, anticipó.
Una fiesta en tierra coroiqueña
Saludó el alcalde Ángel Miranda y recordó la forma en la que llegó al pueblo. “En la entradita dice: ‘Bienvenidos a la tierra de Coroico y de verdad che, harta tierra hay desde Yolosita hasta aquí”, dijo con humor David Santalla. El público se rió, pero también aplaudió, pues se trata de un camino malo y peligroso que zigzaguea entre la montaña y la muerte. La urgente mejora de la ruta es un largo reclamo del poblado.
Coroico es un encanto. “Es un lugar sacado de la fantasía. Es una imagen de película de algo irreal”, dijo José Guadalupe Esparza, líder de Bronco. De hecho, mucha gente viaja hasta aquí para escapar, aunque ya no tanto para este festival. La gente está preocupada por las consecuencias de la borrachera, de la mugre y la basura que deja la fiesta.
“Las empresas de cerveza se pelean por vender y no han invertido ni en baños decentes”, afirma la propietaria de una hostal que ahora se reserva el derecho de admisión.
La Razón
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